La renovación de los data centres
El día a día del sector de los data centers nos ofrece toda suerte de noticias respecto del diseño y construcción de nuevos centros, y en ese escenario, desde PQC nos movemos como proveedores de servicios de arquitectura e ingeniería en tareas de diseño, dirección de obra, commissioning, acompañamiento a certificación, etc.
Sin embargo, y aunque los titulares siempre se encuentran en ese tipo de proyectos, existe una elevadísima proporción de data centres que lleva operando desde hace ya muchos años y que ha tenido que ir acomodándose a las cambiantes y crecientes necesidades del negocio sobre la misma infraestructura física.
A lo largo de ese tiempo hemos asistido y/o participado en procesos como:
- De renovación IT, lo que ha tenido lugar con una frecuencia entre 3 y 7 años en función del tipo de usuario
- De refuerzo electromecánico por necesidades de ir a topologías de mayor redundancia a las que ha conducido el nivel de exigencia del propio negocio.
- También de refuerzo E&M cuando se ha llegado a situaciones límite en cuanto al suministro de potencia, tanto eléctrica como frigorífica
- De optimización en los recursos, de cara a una mejora en los niveles de eficiencia energética y que ha afectado, en mayor medida, a los sistemas de clima
Pero, al margen de las anteriores líneas de actuación, que se han desarrollado de forma ininterrumpida en estos tiempos, nos encontramos ante una nueva razón para la renovación de los data centres que, independientemente de las topologías seleccionadas en su momento y de la vigencia de las mismas para la realidad actual, se enfrentan a un hecho incuestionable, como es el fin del ciclo de vida de muchos de sus componentes fundamentales, lo que conlleva el fin de ciclo del propio centro, según la estructura con la que se diseñó y se construyó.
A finales de los años 90 y principios de siglo, fueron muchos los proyectos, y buena parte de las realidades actuales proceden de aquellos momentos, encontrándose todos ellos en esa franja entre los 20 a 25 años que es la que consideramos habitualmente como el ciclo de vida deseado. A partir de esa situación, son dos las alternativas.
- Seguir adelante como si nada ocurriese, aceptando que las operaciones de mantenimiento han de ser mucho más estrictas y próximas, así como que los riesgos se van a incrementar de una forma importante.
- Lanzar un programa de renovación.
El primero de los casos puede ser aceptable cuando el horizonte de vida del centro es corto y existe en cartera un nuevo proyecto. Ante esa situación, se deben valorar bien los riesgos y tomar medidas transitorias que contrarresten la pérdida de garantías.
En el segundo, acertar con la elección de los colaboradores para un proyecto de renovación que, a todas las dificultades propias de un nuevo proyecto, añade las inherentes a hacerlo sobre una instalación en uso, de la que depende de forma sustancial el día a día del negocio. Algo así como una operación de corazón sin bypass y sin que deje de latir o, dicho en términos aeronáuticos, el cambio del motor en pleno vuelo.
Para acometer el proceso, el primer paso recomendable es la realización de un assessment sobre la situación existente. Así, de forma inmediata y en función de los resultados obtenidos, se inicia el plan de viabilidad que, desde los puntos de vista de ingeniería y de arquitectura, determine las líneas de actuación que sean realmente factibles tanto desde el lado puramente técnico como económico.
Esta fase previa constituye una inversión mínima, pero es la pieza clave para todo el proceso, ya que establecerá la hoja de ruta a seguir para conseguir una actualización que, con todas las garantías, permita poner de nuevo el reloj a cero y empezar un nuevo ciclo.